Carbón. Ojos carbón.
Porque para el fuego
sólo unos palitos de la barda
quedan.
Mira desde el agujero
corriendo el trapo
la llovizna
en sus iris se refleja
y piensa
-Ta buena la lluvia
lástima el frío que
me acorrala entre chapas
y no puedo jugar
más allá de la niebla-
¡Qué hermoso
que llueva!
Es como si llorara
el cielo por tantas
como ella.
Así sus ojos
están secos
de lágrimas futuras
y ya han olvidado
las viejas.
Ojos de niña.
Ojos carbón
que aún sueñan.
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