Paradojas

jueves, 13 de febrero de 2020

La escoba y el fantasma



Sí, agarré mi escoba, un poco vieja, un poco desplumada e intenté darle la velocidad de siempre, a todo aire -o viento- hasta las nubes más bajas, cosa de pincharlas rápido y hacerlas llorar. Acá entre las piedras y el salitral hace tiempo que no cae ni gota.
Pero…tuve un problema. Detrás del último peñasco me esperaba un fantasma, de esos que asustan un poco y a pesar de ser yo feísima, casi me caigo.
Quería ir conmigo y a mí me daba miedo. Discutimos un rato mientras las estrellas se descosían una a una como las hojas de un árbol. Cuando volé al fin sólo alcancé la última estrella y se la llevé de regalo a la nube más gorda, que me sonrió con sus lágrimas.