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Una de cal y otra de arena como decimos acá....el primero con una sonrisa, el que sigue como reflexión |
sin navidad
Amanecía. Miró con impaciencia debajo del arbolito de
Navidad. Ramita que había sacado de la barda y adornado con lo único que tenía:
el collar que había sido de su mamá y unos farolitos que hiciera con papel de
revista.
Tanto hablar de regalos, de Papá Noel, de reyes, de
espíritu navideño…quería probar si era verdad.
Bajo el farol de la calle, se iluminaba un “árbol” y
una ilusión. El callejón era tranquilo, sólo los gatos molestaban de vez en
cuando. Los otros estaban más al sur en la toma. Así que su lugarcito era
privado.
La calle hacía días que se había vestido de fiesta y su corazoncito anhelaba sentir ese abrazo de
cariño en un regalo que nunca tuvo.
Pasaba por allí el Juano, linyera conocido de la
región, con su eterna botella en la mano y al ver la escena, se acercó
lentamente y muy despacio, la colocó debajo del árbol. El huérfano de padres y
de otras tantas cosas, echó el pico a la boca y mucho después, siguió
durmiendo, bajo el cielo.